A partir de 2025, un número creciente de profesionales del marketing está replanteándose su dependencia de Google Analytics. Esta herramienta, que antes se consideraba estándar para medir el rendimiento digital, ahora genera escepticismo debido a cuestiones normativas, problemas de control de datos y expectativas cambiantes en torno a la privacidad y la transparencia. Los marketers están optando por soluciones analíticas alternativas que ofrecen cumplimiento legal, flexibilidad y mayor control sobre los datos.
En los últimos años, normativas como el RGPD en Europa, la CCPA en California y nuevos marcos legales en Brasil, India y Japón han impuesto límites estrictos sobre cómo se recopilan y procesan los datos personales. Para 2025, estas leyes son más exigibles y extendidas, obligando a las empresas a reconsiderar el riesgo legal de utilizar herramientas que dependen de cookies de terceros o del envío automático de datos a servidores en EE.UU.
Google Analytics ha sido criticado por no cumplir ciertos estándares normativos, especialmente en cuanto al intercambio transfronterizo de datos. Las autoridades europeas, en particular, han multado a empresas por su uso inapropiado. Como resultado, los marketers están explorando alternativas que priorizan los datos de primera mano y permiten alojamiento local.
Además, los usuarios exigen más transparencia. Las audiencias modernas son más conscientes de sus derechos digitales y quieren saber cómo se rastrea su comportamiento. Las empresas que no ofrecen esta claridad corren el riesgo de sufrir daños a su reputación, lo que lleva a muchos a reconsiderar su configuración analítica.
Varias herramientas han ganado popularidad entre los marketers preocupados por la privacidad. Matomo, por ejemplo, permite un control total de los datos analíticos gracias a su opción de alojamiento en servidores locales o en la nube dentro de Europa. Además, ofrece funciones como seguimiento con consentimiento, anonimización y exportación de datos.
Plausible es otro ejemplo de herramienta ligera y de código abierto que no utiliza cookies. Proporciona informes básicos pero eficaces sin recopilar datos personales, lo que la convierte en una opción sólida para editores de contenido y pequeñas empresas bajo regulaciones estrictas.
Otras alternativas como Fathom Analytics y Simple Analytics se centran en ofrecer información útil de forma legal y transparente. Están diseñadas con principios de privacidad desde el origen y se están adoptando especialmente en Europa y en organizaciones preocupadas por la protección de datos.
La propiedad de los datos se ha convertido en una ventaja estratégica. Google Analytics, aunque es gratuito, almacena la información en sus propios servidores y define cuánto tiempo se conserva. Esto limita a los marketers que necesitan acceder a datos brutos, crear informes personalizados o integrarse con otras herramientas internas.
Por el contrario, las plataformas de análisis autogestionadas ofrecen acceso completo a registros, comportamientos de usuario y tendencias históricas. Esto es crucial para sectores como las finanzas, la salud o la educación, donde se exige un control estricto de los registros digitales y la trazabilidad de los datos.
Además, poseer la infraestructura analítica brinda mayor flexibilidad para adaptarse a cambios legales, dinámicas de mercado o preferencias de los consumidores. También evita la dependencia de condiciones impuestas por terceros que pueden modificarse sin previo aviso.
Los marketers están adoptando cada vez más métodos de seguimiento de primera parte, que dependen de interacciones directas con el dominio de la empresa en lugar de cookies de terceros. Este enfoque es más resistente a las restricciones de los navegadores y más transparente para los usuarios.
El análisis basado en eventos también permite a las marcas rastrear acciones específicas del usuario —como envíos de formularios, reproducción de vídeos o profundidad de desplazamiento— sin depender de métricas estándar como la tasa de rebote o duración de sesión. Esta personalización facilita la medición de objetivos concretos.
Combinado con mejores prácticas de gobernanza de datos, el seguimiento de primera parte permite comprender con mayor profundidad el recorrido del cliente, garantizando además que los datos recopilados se obtengan y almacenen de forma ética.
A pesar del creciente interés en las alternativas, el cambio desde Google Analytics no está exento de dificultades. Muchas empresas están profundamente integradas con su ecosistema, utilizando sus datos para paneles, personalización publicitaria e informes automatizados. El cambio requiere planificación estratégica, recursos y, a veces, pérdida temporal de datos.
Formar a los equipos para entender nuevos sistemas analíticos es otro desafío. Aunque herramientas como Plausible son intuitivas, otras requieren conocimientos técnicos. El éxito de la implementación suele depender de la colaboración entre marketing, TI y departamentos legales.
También está el tema de los datos históricos. Es posible que los usuarios de Google Analytics no puedan migrar todos sus registros anteriores, especialmente los de Universal Analytics, que fue desactivado en 2023. Las organizaciones deben equilibrar el cumplimiento legal con el valor de conservar información a largo plazo.
Para minimizar interrupciones, muchas empresas comienzan ejecutando las nuevas herramientas en paralelo con Google Analytics durante un período de prueba. Esto permite familiarizarse con la interfaz y ajustar los indicadores clave antes de hacer el cambio definitivo.
La documentación y las sesiones de formación interna son esenciales. Establecer procedimientos de reporte claros y expectativas ayuda a mantener la coherencia y evita malas interpretaciones de los datos.
Por último, involucrar a los equipos legales y de cumplimiento desde el principio garantiza que la solución elegida cumpla con todos los requisitos regulatorios, especialmente en sectores con alta supervisión de datos.